En la vida nos topamos con personajes claves, que nos inspiran y encienden esa chispa que necesitamos para vivir con propósito, ellos, conscientes o no, son nuestros guías.
De pequeños, vamos imitando a nuestros papás o hermanos. En la escuela, el amiguito travieso o el que todo lo sabe, nos resulta interesantes y queremos hacer las mismas actividades que él. Todos tuvimos un profesor en la universidad o el colegio que admiramos y quisimos copiar. Estos personajes son nuestros líderes, porque su ejemplo nos tocó en lo más profundo y, para bien o para mal, hemos querido replicarlo.
Cuando somos parte de un equipo de trabajo aprendemos a trabajar sumando acciones, aprendemos que si dividimos el trabajo los resultados se multiplican. Aprendemos a identificar al líder, al que tiene la habilidad de enseñarnos y guiarnos para lograr nuestros objetivos y lo seguimos en ese proceso.
Puede suceder que encontremos grupos dirigidos por personas sin cualidades de líderes, que logran su posición por las circunstancias y no por méritos de liderazgo. Sin embargo, siempre hay oportunidad de mejorar, por ello, es el objetivo de esta nota resaltar las características que hacen de una persona un verdadero líder, para iluminar a quienes están en la ocasión de dirigir, y no saben cómo hacerlo, o para quienes desean ser inspiración en su entorno.
“Si tus acciones inspiran a otros a soñar más, aprender más, hacer más y a ser mejores; eres un líder”. – Jack Walch
Los líderes más inspiradores son aquellos que surgen con la visión de servir y no con la de ser servidos. Si nos fijamos en personajes influyentes de la historia como Martin Luther King y Gandhi, vemos que sus mensajes y acciones estuvieron orientados al servicio de sus comunidades y al bien común, ellos predicaron desde el ejemplo.
El ejemplo es parte fundamental del liderazgo. Si una conducta efectiva logra conectar con algunos más dentro de la empresa, surge el efecto de la duplicidad, multiplicando los resultados para la organización.
El principio de la duplicación, es muy conocido en empresas de multinivel, donde se fomenta el desarrollo de disciplinas que sean fáciles de replicar por los reclutados, la clave está en que la gente quiera hacer lo que el líder hace y no lo que dice. Mientras más se dupliquen las acciones, más crece la empresa.
Por lo general, la gente siempre querrá seguir a quien le causa una buena impresión y pueda verse en ese espejo, aun más si el ejemplo es sencillo y puede replicarse en pocos pasos. Por ello, es importante que el líder sea congruente en pensamientos, palabras y acciones para lograr empatía con otros.
Un buen líder necesita personalidad, carisma, dedicación y experiencia. El liderazgo no sólo se ejerce cuando se tiene una posición alta dentro de la organización. Líder es quien transmite seguridad, apoyo, conocimiento, pone el ejemplo y reconoce los logros de otros.
Un buen líder constantemente se está preparando, leyendo y se compromete a ayudar y servir. Genera empatía porque trabaja con un objetivo claro y reconociendo los aportes que cada miembro del equipo ofrece, sin importar la posición o el estatus dentro de la empresa.
Un buen líder consigue herramientas para hacer trascender a su equipo. A través de las palabras y hechos premia los logros de todo el personal, motivando y creando atmósfera de confianza y prosperidad.
Un buen líder crea circunstancias para que la creatividad florezca.
La comunicación es la base de un buen liderazgo, por lo que un buen líder, siempre sabrá escuchar, interpretar y hablarle a su equipo para potenciar sus habilidades en función de los objetivos y resultados deseados.
El liderazgo que realmente están necesitando las organizaciones es precisamente el que viene del líder comprometido, con vocación y pasión, del líder que motiva y adoctrina con sus acciones.
“Dar ejemplo no es la principal forma de influir en los demás; es la única” – Albert Einstein.
¿A qué tipo de personas sigues y admiras? ¿Qué tipo de líder eres tú? ¿Estás consciente que tu caminar es ejemplo para otros? ¿Qué ejemplo quieres dar?